"Lo que se repudia es el trata­miento del hombre como cosa, el desconocimiento de su dignidad, el someterlo a la acción implacable de las fuerzas naturales y violar lo más íntimo y constitutivo de su ser. En ello reside su inhumanidad profunda y el secreto de la oposición y la lucha contra ella, hoy como ayer y probablemente como mañana, de todas las almas grandes, de todos los espíritus libres" Manuel de Rivacoba y Rivacoba.

 

 

 

El domingo pasado el ‘Corriere della sera’[1]  publicaba un artículo inédito de George Orwell, aquel escritor que en sus diversas obras no perdió la oportunidad de brindar críticas a los totalitarismos del pasado, del presente y del futuro.[2] En esa nota el escritor analiza las diversas tragedias de Shakespeare bajo la lupa de su obra más importante ‘Macbeth’. Es –como dice el propio Orwell- probablemente el drama más perfecto de Shakespeare, porque allí junta el escritor victoriano sus calidades de dramaturgo y de poeta.

El argumento de sobra conocido de la obra shakespearina intenta ser un espejo de la más baja y pestilente miseria humana: la ambición desmedida. Para llegar a la suma del poder y la gloria, Macbeth y su esposa no titubean en asesinar a cuantos estén en su camino. Y su designio malvado de acceder a cualquier precio al poder les hace ir perdiendo lo único que el ser humano tiene de valioso bajo el sol: la dignidad. Macbeth al comienzo piensa que sólo deberá cometer un crimen para llegar a su meta, pero como bien señala Orwell “de un crimen nace otro”, y así llegará ciego de ambición a su infausto final.

Les recomiendo leer o releer esta obra que fue escrita pensando en la naturaleza humana, en su peor faceta. Muchos personajes de la historia y demasiados contemporáneos son emanaciones de ese espíritu Macbeth, que perseguidos por los sentimientos de culpa, saben que no alcanzarán todas las aguas de los mares para limpiar sus manos sangrientas. La quijada de Abel no los deja dormir en paz.

Desde hace 20 años, en esta provincia de San Luis sufrimos los caprichos despóticos de una familia tipo Macbeth: los Rodríguez Saa. Seguramente en aquel lejano 1983 no se propusieron llegar hasta donde están hoy. No se lo imaginaron. Fueron escalando peldaño por peldaño, ‘de un peldaño nace otro’. Primero el bienestar económico, luego la suma del poder público, después los proyectos faraónicos y cuando parecen haber conseguido todo, siempre aparece algo más, la locura del poder, el creerse dios y demonio.

Los Rodríguez Saa en su terrorífica dualidad de dios Jano: Adolfo y Alberto, han logrado adquirir mucho más que todas las riquezas materiales posibles, han comprado el alma de muchos comprovincianos, y le han quitado la dignidad a esta tierra que hasta la llegada del tirano tenía muchas cosas de las que enorgullecerse.

Contar en pocas líneas las violaciones a los derechos humanos, a la Constitución Nacional y Provincial, a la ética pública que estos personajes nefastos han llevado a cabo en territorio sanluiseño, es una tarea digna de una comisión como la que elaboró el ‘Nunca más’ en la primavera democrática. Iguales persecuciones y dificultades atravesaría quien osara cuestionar a esta divinidad local que se erigió a si misma en calidad de sempiterno.

Los argentinos saben lo que Rodríguez Saa ha hecho en veinte años en San Luis, en donde el marco legal es su voluntad soberana. Y saben de lo que sería capaz si tuviera la oportunidad de tener el país en sus manos. Hasta su nombre no esconde claras filiaciones con su homónimo alemán.

La Argentina ha sufrido otros tiranos de igual o peor medida, pero justamente por eso, no tiene tiempo para sufrir su devastación, y esperar su lenta pero inexorable caída. Tenemos la misión histórica de detener el ascenso de este fascista neopopulista que quiere hacer del país lo que ha hecho de San Luis: un provincia con obra pública de calidad deficiente, un paraíso para la corrupción empresaria y estatal.

Tengo el cabal conocimiento que frente a los posibles candidatos a presidente para nuestra pobre Argentina, no cabe el análisis de defendernos de un solo tirano, porque varios tienen pretensiones presidenciales[3]. Pero mi palabra (más que oportuna creo yo) tiende a señalar a nuestro Macbeth local a quienes no conocen San Luis, pero saben que ante gente de esta calaña hay que oponer la dignidad que nos queda, para preservarla.

 

 

 

Matías Bailone

 

 

17 de febrero de 2003

 

matiasb@fiscalia.org



[1] ‘Orwell nella fattoria di Macbeth’, Corriere della sera, domenica 16 febbraio 2003, Milan, Italia. El artículo inédito es una alocución radial del propio George Orwell en la sucursal india de la BBC el 17 de octubre de 1943.

[2] En ‘Homenaje a Cataluña’ pinta la guerra civil española con sus miserias varias, en 1945 publica ‘Rebelión en la granja’ donde critica al régimen stalinista, y su última obra y más famosa es ‘1984’ donde imagina un tenebroso futuro totalitario.

[3] El ex presidente Menem dejó morir hasta su propio hijo para perpetuarse en el poder. Eduardo Duhalde, senador actualmente en ejercicio de la Presidencia de la Nación, organizó –según consta en fojas judiciales y en la investigación de Miguel Bonasso, ‘El palacio y la calle’ – saqueos y revueltas populares para derrocar al Presidente De la Rúa y a su reemplazante (el gobernador Rodriguez Saa), en cuyas fatalidades murieron decenas de personas. La causa por aquel complot está siendo investigadas por el Juez Oyarbide (que tampoco goza de feliz memoria) y sus responsables estan usufructuando el poder público adquirido.