Porqué
el Municipio debe cumplir un rol de suma importancia en la superposición
de estructuras de poder.
¿Por qué el municipio suma
a sus obligaciones clásicas el nuevo rol de liderazgo de la comunidad?
¿Por qué de administrador pasivo, preocupado solamente por
recaudar tasas y mantener limpias las calles y las plazas, el intendente
pasó a convertirse en un animador principal en el escenario del
poder y del desarrollo local ? ¿A qué se debe que ahora
también es orientador y planificador de inquietudes para el crecimiento,
promotor del desarrollo local y facilitador de las iniciativas para el
progreso? ¿Por qué un sector mayoritario de la ciudadanía
cree que una parte sustancial de sus demandas por una mejor calidad de
vida pueden ser gestionadas desde el nivel municipal ? ¿Por qué
el ciudadano espera que el municipio sea capaz de formular y dirigir políticas?
¿Cuál es la razón de este cambio profundo de expectativas
de la gente en cuanto a su relación con el Estado? ¿A qué
se debe que las ciudadanos crean que los intendentes pueden encarnar sus
preocupaciones y anhelos, de impulsar sus proyectos, de resolver sus problemas?
¿Por qué tiene particular vigencia e importancia la discusión
sobre el rol del municipio y su participación en una estrategia
de desarrollo local, si son temas que siempre estuvieron presentes en
la realidad nacional ? ¿ Cuál es la explicación de
este giro en la cultura política argentina?
Como producto de la continuidad del sistema democrático, la Argentina
cuenta hoy con una ciudadanía más madura que espera mejores
gobiernos. Así, mientras desconfía de las soluciones provenientes
de la órbita nacional advierte que sus demandas globales tienen
más posibilidades de ser satisfechas a través de la gestión
municipal, ámbito donde además puede participar en la resolución
de las mismas.
Los ciudadanos son cada día más escépticos en cuanto
al potencial de soluciones adecuadas provenientes de la "política
nacional". Por tanto, al cambiar el horizonte político del
ciudadano, la relación entre gobernantes y gobernados empieza a
intensificarse en espacios políticos menores como el municipio.
Los intereses y las demandas, así como los contenidos efectivos
de la ciudadanía -no sólo en cuanto derechos políticos
sino en su sentido de pertenencia aun cuerpo social- se expresan con particular
vigor a nivel municipal.
La sociedad está buscando de manera activa un nuevo tipo de liderazgo,
nuevos dirigentes. El ciudadano ya no demanda líderes carismáticos,
imbuidos de atributos providenciales, capaces de despertar adhesiones
emocionales. La sociedad pide hoy administradores y organizadores, capaces
de innovar, efectivos para crear estructuras acordes con las nuevas expectativas
y realidades. La sociedad demanda políticos capaces de formar equipos
técnicos y resolver problemas puntuales dentro de una visión
estratégica. En fin, a la gente ya no le interesa el diálogo
ensordecedor del acto público, busca dirigentes que lo escuchen
a él o que lo den una oportunidad para el diálogo real.
Pero quizá el disparador o el punto de inflexión de esta
suerte de revalorización de la política a nivel local, que
a su vez potencia y orienta la maduración política del ciudadano,
esté íntimamente ligada a cambios en el contexto económico.
Más precisamente, a los dramáticos efectos sociales del
modelo de modernización capitalista y transformaciones macroeconómicas
impulsadas por el gobierno de Menem; en particular, la apertura externa,
la desregulación de los mercados y el proceso de integración
subregional (Mercosur) modificaron de la noche a la mañana el marco
económico y social.
Las secuelas de la apertura y la desregulación ( cierre de fábricas,
desocupación, cambios en la estructura productiva de las economías
regionales) provocaron un cambio de dirección en las preocupaciones
y demandas de la gente, dominada por una fuerte sensación de incertidumbre
y desprotección. Trabajo era (y es) la demanda más común
que comenzaron a recibir los intendentes de parte de los vecinos después
que la Argentina se sumergiera en la economía globalizada y la
riqueza nacional se concentrara en una dimensión no prevista.
La ausencia de políticas sociales simultáneas a las medidas
económicas adoptadas, la debilidad de éstas, y el renunciamiento
a políticas reconversión por parte de las autoridades nacionales
colocó casi automáticamente a los municipios ante la necesidad
de buscar alternativas propias para reconstruir la red productiva local
y generar empleo.
La historia progresó por el lado de los incentivos negativos. Puso
al municipio en el centro de la escena, pero al margen de una estrategia
nacional capaz de fortalecer su capacidad de respuestas a las demandas
ciudadanas. Sin embargo, y haciendo gala de su proverbial desenfado, el
gobierno nacional pretende que la transformación del municipio
en uno de los pilares de la administración pública es el
resultado directo de una política de reforma del Estado .